El Cultivo

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La mayoría de las explotaciones de la zona de producción son de secano, en las laderas de las grandes líneas que definen el valle y en las serretas interiores con pendientes pronunciadas donde prácticamente no es posible otro cultivo. En ocasiones se suelen ver plantaciones intercaladas de almendros y olivar, siendo estos los dos cultivos arbóreos que principalmente se encuentran en secano en nuestra comarca.  Entre los cuidados que recibe el olivar, el laboreo es la práctica más habitual, aunque en los últimos años se esta imponiendo cada vez más la cubierta vegetal. La primera labor se suele dar en enero, justo después de terminada la recolección. En verano, con la superficie del suelo totalmente seca se suelen hacer un pase o dos.


La fertilización con nitrógeno o un abono complejo es la práctica mas habitual, aunque hay que hacer énfasis en que  el cultivo del olivar aloreño no es muy intensificado a diferencia de lo que ocurre en otras regiones olivareras, donde los tratamiento y labores del cultivo están mucho mas intensificadas. Esto se ha debido principalmente a nuestra orografía que ha dificultado en gran medida la mecanización de la mayoría de las labores de cultivo.

 

La poda es bienal, después de finalizada la recolección. En la aceituna de mesa la poda tiene un papel muy importante, ya que una poda adecuada aumenta de forma considerable el calibre de la aceituna, una de las características más buscada en este tipo de aceitunas. 
Las plagas por excelencia son  la mosca (Dacus oleae) y el prays (Prays oleallus). En junio-julio se desarrollan importantes poblaciones de mosca debido a que la benignidad del clima. El repilo es una de las enfermedades que más afecta a nuestro olivar, especialmente en los meses húmedos y con temperaturas elevadas.

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